miércoles, 2 de diciembre de 2015

Viernes Triste(Parte II)

Una campanilla sonó desde dentro de la cueva. Era la señal acordada. Rasid, y los demás sacaron sus alfanjes y se adentraron en ella. A lo lejos una titilante luz les indicaba el camino a seguir. El sudor corría por cada poro de la piel de los 10. Por fin se podían vengar de ellos. Iban a dar a todos aquellos cristianos creídos donde más duele. Iban a profanar su fe, quebrar su voluntad y hacerse con ellos.

Siguieron por los túneles, a una cierta distancia, la luz que les servía de guía. Según las instrucciones que les habían dado, no debían llegar a la altura de la luz. Nunca tenían que conocer el rostro que les iba a ayudar a no ser que quisieran ser pasto de las hogueras que de vez en cuando se encendían para liberar a los infieles de sus pecados mortales que cometían minuto a minuto por no abrazar la fe cristiana.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Viernes triste (I Parte)

Otra de las leyendas que se suelen contar en Yepes y siempre ha despertado mi curiosidad, es la del origen de cierta fiesta religiosa que todos los años se celebra justo el viernes posterior al Corpus Cristi. También es el origen del escudo de Yepes un león rampante manteniendo entre las zarpas una custodia.

Siempre me ha atraído esta historia tantas veces recordada pero tan poco descrita. Por lo que un día me decidí a buscarla y, buceando mucho por la historia de mi pueblo, llenando mis manos del polvo de libros almacenados y olvidados, pasándome horas como ratón de biblioteca leyendo manuscritos en antiguo castellano, al fin conseguí encontrarla. Y, para que no vuelva a perderse en el olvido, he decidido  reescribirla en estas hojas. Así, todos los yeperos de nacimiento, adopción o cualquiera que sea su unión con este lugar lo recuerde lleno de orgullo. No por las muertes y lo que aquí suceda, sino por el valor, coraje y valentía que derrocharon estos humildes campesinos en pro del honor de su pueblo.

Corría el siglo XIII después de cristo. La resaca de la celebración del corpus Cristi en la villa de Yepes aún se notaba en cada rincón del pueblo. El olor a tomillo fresco, hierbabuena e incienso se sentía en todo el lugar. Las calles por donde recorría la procesión aun mostraban sus mejores galas. Los santos y

jueves, 24 de septiembre de 2015

Tobi

De vez en cuando me viene a la memoria mi perrillo de cuando era pequeño. No era un perro de raza, ni grande, ni de esos que te saben dar la pata, ni de los que hacen mil piruetas dejándote asombrado y con la boca abierta, pero para mí era el mejor de todos, era mi perrillo.

Siempre me han gustado los animales, pero mi madre, más reticente a ellos, porque por norma general le iba a tocar cuidarlos a ella, nunca me dejo tener uno, y mira que hice intentos. Cada vez que tenía la posibilidad de llevarme un cachorrillo a casa lo hacía. Y siempre la misma historia. Llegaba a casa contento y feliz con mi nueva mascota, con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que traspasaba el umbral y con las mismas mi madre me la quitaba de un plumazo enviándome de vuelta a la casa del dueño que me lo había dado para devolverlo. Daba igual que llorara, que intentara convencerla para que me lo quedara o que me pusiera cabezón diciendo que no lo iba a devolver, y yo por aquella época podía ser muy cabezón, pero daba igual, siempre mi madre daba al traste con mis ilusiones y tenía que deshacerme de él. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

Eleonor

Eleonor mantenía su rostro oculto tras la capucha de una capa parduzca y deshilachada que había conseguido en una aldea cercana el día anterior y ocultaba todos sus ropajes. Si sus conocidos la vieran con esas ropas se habrían escandalizado, pero en esos momentos no importaba, la mayoría de ellos habían desaparecido de su vida. La guerra ocurrida meses antes había arrasado todo lo que conocía, se había llevado consigo a su familia, sus amigos,  todo su mundo. La profecía que habían hecho en su nacimiento se había cumplido. “Será la última de su estirpe. Nadie más será puro. El terror comenzará cuando tome conciencia de quien es realmente.”

miércoles, 25 de abril de 2012

La mazmorra

Al despertarse sintió un profundo pinchazo en la cabeza que aplastó el cerebro obligándole a cerrar de nuevo los ojos por un instante. Al volver abrirlos y acostumbrarse a la penumbra del lugar, a pesar de que la cabeza le martilleaba, vio que huesos y vísceras llenaban el suelo de la habitación rodeándole por todas partes. Sentado como estaba podía ver tibias astilladas, húmeros sin cabeza, trozos costillas pegadas a algún esternón o a partes de columnas vertebrales fundidos en un mar de sangre reseca con restos de piel, pelo, uñas, intestinos, corazones y demás productos de casquería. Los grilletes que aprisionaban sus muñecas y tobillos los habían lacerado de tal forma que casi podía sentir como le rozaban el hueso. El pelo de su cabeza, en uno de los lados, estaba apelmazado con una costra que imaginaba que era sangre pero no sabria asegurar con certeza si era suya o de la que salpicaba gran parte de la habitación donde estaba. Intentó llevarse una mano al lugar donde notaba el pelo tirante pero la cadena que sostenia el grillete se tenso antes de que alcanzara su objetivo quedándose colgada a medio camino.

Aun no sabía como había llegado allí. A pesar de su embotamiento había intentado hacer memoria con todas sus fuerzas pero el último recuerdo que permanecía en su cabeza era el estrecho callejón que todos los días cruzaba

jueves, 9 de febrero de 2012

Las cartas

Desde la muerte de su madre, Isabel no se había sentido con fuerzas de volver a aquel piso donde había vivido su niñez, donde habitaban tantos recuerdos y por desgracia, primero su padre y luego, con unos cuantos años de diferencia, su madre, habían dejado de existir.

Pero aquel día, un par de meses después de la muerte de su madre, Andrea, y tras mucha insistencia por parte de su marido, reunió las fuerzas suficientes para volver a su antiguo hogar. Y allí estaba, de pie, junto a la puerta del portal del edificio buscando dentro de ella las fuerzas necesarias para meter la llave en la cerradura y entrar en el bloque de apartamentos.

- Ánimo que tu puedes - se dijo más alto de lo que deseaba, puesto que algún transeúnte de los que pasaban en ese momento había girado la cabeza hacia ella. Al darse cuenta, ruborizada, bajó la cabeza, metió la mano en el bolso para buscar las llaves y, cuando encontró la adecuada, la introdujo en el engranaje y, atropelladamente, entró en el portal.

jueves, 12 de enero de 2012

La puerta de la Lechuguina

Como muchos de los habitantes del pueblo conocen, o si no es así sólo tienen que leer uno de los libros que contienen la historia de Yepes, la puerta nueva o puerta de la Lechuguina fue construida alrededor del siglo XIV. Esta construcción se entabla en la ampliación de la muralla defensiva que protegía a la villa de los ataques. En comparación con la distancia entre otras puertas, sorprende la separación que hay entre ésta y la puerta de  Toledo, o del Carmen, que son unos escasos 100 metros, haciendo de segunda entrada, o paso, a todos aquellos visitantes que se acercaban de la capital del reino a esta humilde villa.

Pero no hay tantos que conocen la verdadera historia que entraña a esta edificación. De la leyenda que está escondida en cada una de sus piedras. De las palabras que nacieron y se perdieron entre la argamasa. De las personas que lucharon en pro y contra de la construcción de este, ahora bien llamado, monumento. Como suele ser habitual, estas historias no se encuentran en ningún documento escrito, sino en la memoria de aquellos sabios que normalmente tenemos olvidados, porque ellos no han estudiado, ni han escrito ningún libro, ni son famosos, pero es posible y, muchas veces ciertamente lo es, que tengan un mayor conocimiento y sabiduría que todos estos templos del saber. Los ancianos.

Una de las tardes que pasaba con uno de estos sabios, mi buen amigo  José Venancio, más conocido como “Venan” o “el tío chancletas” mientras me dejaba empapar por sus chanzas, vivencias y correrías, me sorprendió diciendo.