jueves, 9 de febrero de 2012

Las cartas

Desde la muerte de su madre, Isabel no se había sentido con fuerzas de volver a aquel piso donde había vivido su niñez, donde habitaban tantos recuerdos y por desgracia, primero su padre y luego, con unos cuantos años de diferencia, su madre, habían dejado de existir.

Pero aquel día, un par de meses después de la muerte de su madre, Andrea, y tras mucha insistencia por parte de su marido, reunió las fuerzas suficientes para volver a su antiguo hogar. Y allí estaba, de pie, junto a la puerta del portal del edificio buscando dentro de ella las fuerzas necesarias para meter la llave en la cerradura y entrar en el bloque de apartamentos.

- Ánimo que tu puedes - se dijo más alto de lo que deseaba, puesto que algún transeúnte de los que pasaban en ese momento había girado la cabeza hacia ella. Al darse cuenta, ruborizada, bajó la cabeza, metió la mano en el bolso para buscar las llaves y, cuando encontró la adecuada, la introdujo en el engranaje y, atropelladamente, entró en el portal.