jueves, 24 de septiembre de 2015

Tobi

De vez en cuando me viene a la memoria mi perrillo de cuando era pequeño. No era un perro de raza, ni grande, ni de esos que te saben dar la pata, ni de los que hacen mil piruetas dejándote asombrado y con la boca abierta, pero para mí era el mejor de todos, era mi perrillo.

Siempre me han gustado los animales, pero mi madre, más reticente a ellos, porque por norma general le iba a tocar cuidarlos a ella, nunca me dejo tener uno, y mira que hice intentos. Cada vez que tenía la posibilidad de llevarme un cachorrillo a casa lo hacía. Y siempre la misma historia. Llegaba a casa contento y feliz con mi nueva mascota, con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que traspasaba el umbral y con las mismas mi madre me la quitaba de un plumazo enviándome de vuelta a la casa del dueño que me lo había dado para devolverlo. Daba igual que llorara, que intentara convencerla para que me lo quedara o que me pusiera cabezón diciendo que no lo iba a devolver, y yo por aquella época podía ser muy cabezón, pero daba igual, siempre mi madre daba al traste con mis ilusiones y tenía que deshacerme de él. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

Eleonor

Eleonor mantenía su rostro oculto tras la capucha de una capa parduzca y deshilachada que había conseguido en una aldea cercana el día anterior y ocultaba todos sus ropajes. Si sus conocidos la vieran con esas ropas se habrían escandalizado, pero en esos momentos no importaba, la mayoría de ellos habían desaparecido de su vida. La guerra ocurrida meses antes había arrasado todo lo que conocía, se había llevado consigo a su familia, sus amigos,  todo su mundo. La profecía que habían hecho en su nacimiento se había cumplido. “Será la última de su estirpe. Nadie más será puro. El terror comenzará cuando tome conciencia de quien es realmente.”