jueves, 3 de septiembre de 2015

Eleonor

Eleonor mantenía su rostro oculto tras la capucha de una capa parduzca y deshilachada que había conseguido en una aldea cercana el día anterior y ocultaba todos sus ropajes. Si sus conocidos la vieran con esas ropas se habrían escandalizado, pero en esos momentos no importaba, la mayoría de ellos habían desaparecido de su vida. La guerra ocurrida meses antes había arrasado todo lo que conocía, se había llevado consigo a su familia, sus amigos,  todo su mundo. La profecía que habían hecho en su nacimiento se había cumplido. “Será la última de su estirpe. Nadie más será puro. El terror comenzará cuando tome conciencia de quien es realmente.”

Y la tomó. Aquel fatídico día en el que todo lo que importaba desapareció, empezó a comprender quien era, cuál era su cometido en el mundo, quienes habían conspirado en su contra, quien había intentado quitarla del medio. Muchos en los que confiaba ciegamente la habían protegido, pero no todos, algunos, en el momento de la verdad, la habían traicionado. Habían intentado matarla. Y casi lo consiguen. Entre ellos estaba su hermano, con quien había pasado toda su infancia entre risas y juegos. El día que atacaron la fortaleza intentó entrar a sus aposentos para terminar con su vida. Por suerte ahí estaba Philip, su guarda personal, quien evitó que su hermano tuviera éxito tras una lucha encarnizada en la que los dos derramaron mucha sangre. Y allí estaba como entonces, sentado a su lado, ocultando su condición igual que ella, porque en aquel lugar y en aquellos momentos no se podía fiar de nadie.

Pero sabía que no estaba sola en su lucha en el mundo, había más como ella, otros elegidos que debían liderar la nueva resistencia estaban desperdigados por la faz de los mundos. Sacó un papel cuidadosamente donde había escrito unas palabras en lengua común y lo volvió a releer aunque se las sabía de memoria. “30 lunas después del conocimiento primero,quienes sean dignos se encontraran en el centro de todo y comenzará su viaje.”

 Según el libro de profecías que celosamente guardaba bajo sus ropajes había un día señalado en el cual todos deberían encontrarse. Faltaban menos de 5 días y todavía quedaba mucho camino por recorrer. No quería llegar tarde, pero ¿y si cuando llegara no había nadie más? ¿Qué haría si realmente es la única que quedara? Con miles de preguntas más en su cabeza miró a su alrededor.

La taberna estaba llena. No cabía ni un alfiler. Fuera la lluvia arreciaba como hace muchos años no caía por aquella zona. Era una noche desagradable para cobijarse entre los bosques por lo que todos los que caminaban por la zona esos días, buhoneros, viajeros, malabaristas, trovadores, incluso soldados que  custodiaban aquella parte del camino, aparte de los habituales que frecuentaban el lugar, se encontraban en el salón. La mayoría no tenía ninguna habitación por lo que se quedarían toda la noche en bebiendo, charlando, jugando a los dados, durmiendo, en el mismo lugar donde estaban ahora Por suerte Eleonor y su acompañante habían conseguido una al llegar antes de que la tormenta comenzara. 

De pronto toda el local quedó mudo. La mezcla ruido de miles de armaduras, caballos, carromatos, ensordeció la taberna. Los soldados volvían de la batalla. El himno que cantaban por los caídos denotaba que había sido una lucha feroz y extenuante a la par de catastrófica. Todos se unieron al cántico y comenzaron a cantar en honor a los valerosos soldados alzando las copas que tenían en las manos y ofreciendo un último brindis por los muertos

                               "El enemigo se ha ido
                                pero pronto ha de volver
                                cuando suenen sus tambores
                                de seguro moriré
                                han muerto todos los míos
                                solo yo  sigo en pie
                                todos eran mis amigos
                                pero pronto los veré
                                pues yo también estoy herido
                                herido de gravedad
                                lo sé al ver correr mi sangre
                                ávida de mi escapar....."

El rostro de Eleonor se volvió aun más ceniciento, agacho la cabeza un poco más y cruzó los dedos susurrando sus pensamientos- "También la guerra ha llegado hasta aquí. Como no nos demos prisa todo el mundo caerá como cayó mi país. Debemos llegar cuanto antes. Espero que todos estén allí. Los necesitamos. No hay tiempo que perder. Si no todo estará perdido."


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