Eleonor mantenía
su rostro oculto tras la capucha de una capa parduzca y deshilachada que había
conseguido en una aldea cercana el día anterior y ocultaba todos sus ropajes.
Si sus conocidos la vieran con esas ropas se habrían escandalizado, pero en
esos momentos no importaba, la mayoría de ellos habían desaparecido de su vida.
La guerra ocurrida meses antes había arrasado todo lo que conocía, se había
llevado consigo a su familia, sus amigos,
todo su mundo. La profecía que habían hecho en su nacimiento se había
cumplido. “Será la última de su estirpe. Nadie más será puro. El terror
comenzará cuando tome conciencia de quien es realmente.”
Y la tomó. Aquel
fatídico día en el que todo lo que importaba desapareció, empezó a comprender
quien era, cuál era su cometido en el mundo, quienes habían conspirado en su
contra, quien había intentado quitarla del medio. Muchos en los que confiaba
ciegamente la habían protegido, pero no todos, algunos, en el momento de la
verdad, la habían traicionado. Habían intentado matarla. Y casi lo consiguen. Entre
ellos estaba su hermano, con quien había pasado toda su infancia entre risas y juegos. El día que atacaron la fortaleza intentó entrar a sus aposentos para terminar
con su vida. Por suerte ahí estaba Philip, su guarda personal, quien evitó que
su hermano tuviera éxito tras una lucha
encarnizada en la que los dos derramaron mucha sangre. Y allí estaba como entonces, sentado a su lado, ocultando su condición
igual que ella, porque en aquel lugar y en aquellos momentos no se podía fiar de nadie.
Pero sabía que no
estaba sola en su lucha en el mundo, había más como ella, otros elegidos que
debían liderar la nueva resistencia estaban desperdigados por la faz de los
mundos. Sacó un papel cuidadosamente donde había escrito unas palabras en
lengua común y lo volvió a releer aunque se las sabía de memoria. “30 lunas después del conocimiento primero,quienes sean dignos se encontraran en el centro de todo y comenzará su viaje.”
Según el libro de profecías que celosamente guardaba bajo sus ropajes había un día señalado en el cual todos deberían encontrarse. Faltaban menos de 5 días y todavía quedaba mucho camino por recorrer. No quería llegar tarde, pero ¿y si cuando llegara no había nadie más? ¿Qué haría si realmente es la única que quedara? Con miles de preguntas más en su cabeza miró a su alrededor.
Según el libro de profecías que celosamente guardaba bajo sus ropajes había un día señalado en el cual todos deberían encontrarse. Faltaban menos de 5 días y todavía quedaba mucho camino por recorrer. No quería llegar tarde, pero ¿y si cuando llegara no había nadie más? ¿Qué haría si realmente es la única que quedara? Con miles de preguntas más en su cabeza miró a su alrededor.
La taberna estaba
llena. No cabía ni un alfiler. Fuera la lluvia arreciaba como hace muchos años
no caía por aquella zona. Era una noche desagradable para cobijarse entre los
bosques por lo que todos los que caminaban por la zona esos días,
buhoneros, viajeros, malabaristas, trovadores, incluso soldados que custodiaban aquella parte del camino, aparte
de los habituales que frecuentaban el lugar, se encontraban en el salón. La
mayoría no tenía ninguna habitación por lo que se quedarían toda la noche en bebiendo, charlando, jugando a los dados, durmiendo, en el mismo lugar donde estaban ahora Por suerte Eleonor y su acompañante habían
conseguido una al llegar antes de que la tormenta comenzara.
De pronto toda el
local quedó mudo. La mezcla ruido de miles de armaduras, caballos, carromatos,
ensordeció la taberna. Los soldados volvían de la batalla. El himno que
cantaban por los caídos denotaba que había sido una lucha feroz y extenuante a
la par de catastrófica. Todos se unieron al cántico y comenzaron a cantar en
honor a los valerosos soldados alzando las copas que tenían en las manos y
ofreciendo un último brindis por los muertos
"El enemigo
se ha ido
pero pronto ha
de volver
cuando suenen
sus tambores
de seguro
moriré
han muerto
todos los míos
solo yo sigo en pie
todos eran mis
amigos
pero pronto los
veré
pues yo también
estoy herido
herido de gravedad
lo sé al ver
correr mi sangre
ávida de mi
escapar....."
El rostro de
Eleonor se volvió aun más ceniciento, agacho la cabeza un poco más y cruzó los
dedos susurrando sus pensamientos- "También la guerra ha llegado hasta
aquí. Como no nos demos prisa todo el mundo caerá como cayó mi país. Debemos llegar cuanto antes. Espero que todos estén allí. Los necesitamos. No hay tiempo que perder. Si no todo estará perdido."
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