jueves, 12 de enero de 2012

La puerta de la Lechuguina

Como muchos de los habitantes del pueblo conocen, o si no es así sólo tienen que leer uno de los libros que contienen la historia de Yepes, la puerta nueva o puerta de la Lechuguina fue construida alrededor del siglo XIV. Esta construcción se entabla en la ampliación de la muralla defensiva que protegía a la villa de los ataques. En comparación con la distancia entre otras puertas, sorprende la separación que hay entre ésta y la puerta de  Toledo, o del Carmen, que son unos escasos 100 metros, haciendo de segunda entrada, o paso, a todos aquellos visitantes que se acercaban de la capital del reino a esta humilde villa.

Pero no hay tantos que conocen la verdadera historia que entraña a esta edificación. De la leyenda que está escondida en cada una de sus piedras. De las palabras que nacieron y se perdieron entre la argamasa. De las personas que lucharon en pro y contra de la construcción de este, ahora bien llamado, monumento. Como suele ser habitual, estas historias no se encuentran en ningún documento escrito, sino en la memoria de aquellos sabios que normalmente tenemos olvidados, porque ellos no han estudiado, ni han escrito ningún libro, ni son famosos, pero es posible y, muchas veces ciertamente lo es, que tengan un mayor conocimiento y sabiduría que todos estos templos del saber. Los ancianos.

Una de las tardes que pasaba con uno de estos sabios, mi buen amigo  José Venancio, más conocido como “Venan” o “el tío chancletas” mientras me dejaba empapar por sus chanzas, vivencias y correrías, me sorprendió diciendo.





-Tápuesto 100 duros a que naide te ha contao el por qué se llama así la puerta la lechuguina- Se me quedó mirando esbozando una gran sonrisa dejando así a la vista los cuatro dientes que le quedaban.

-Pues no “tío chancletas”, la verdad es que no la conozco.- Le respondí intrigado y divertido.

-Pos te la voy a contar pa que veas que no es zapato to lo que se calza.- Se acomodó en el sillón. Comenzó el relato:

-Hace mucho tiempo, cuando ni tú ni yo ni ninguno de los que conocemos vivía, y eso que  uno es ya muy viejo y casi casi le alcanzo a matusalén que vivió por 700 años. 700 años que barbaridad- Se echó a reír. Cogió otro de los cigarros que aguardaban en el arrugado paquete su triste destino. Lo encendió, dio una par de caladas y continuó con la historia.

-Pos eso, hace ya una pila de años por el mil trescientos cuarenta, si mi mente no me falla, que uno ya va teniendo sus achaques, sabe usté, ande está ahora la puerta, vivía una viejecilla llamada Isabel de burgo.  Esta mujer, según decían las malas lenguas, nunca había sio joven. Tos los que la conocían siempre la habían visto con la misma edad, con los mismos rasgos,las mismas arrugas, el mismo cuerpo escuchimizao… ¿Pero como se pué hacer eso?,  ¿vivir siempre mayor?, yo no me lo trago, pero eso es lo que cuentan.

-La jodía vieja era una alcahuetera, una mujer dedicá al encantamiento de  hombres pa que las damiselas, que acudían en su ayuda, consiguieran al macho que deseaban por medio de pócimas, encantamientos o cosas así.  Según hablaban, si uno se ponía en frente su casa en la noche podía ver cómo cualquier mujer, desde las más ricas y pudientes de la comarca, esas que tien mas dinero que pesan, hasta las más pobres campesinas, que apenas podían se podian pagar un mendrugo de pan pa comer,sabe usté, cuando querían cazar a un hombre no dudaba en apiñarse allí.

-También cuentan que cuando no hacia ungüentos era matrona. Si alguna mujer estaba apunto de soltar el chiquillo fuera, osea parir, y necesitaba sus servicios, ella sin pérdida de tiempo acudía en su ayuda y, si además, era una de sus  clientas nocturnas la que buscaba sus conocimientos médicos, le administraba una especie de anestesia elaborada por ella misma, a base de hierbas naturales recogidas en los bosques de alrededor de la villa, en su casucha. Pa mi que esas hierbas eran marigüana y les metia un colocón que pa qué. Ni se enteraban las chiquillas.¿No tendras tu una miaja pa un porrillo y nos lo fumamos a pachas?, que hace siglos que no me fumo uno y no ne acuerdo ya como saben, jejeje. -Volvio a enseñarme esa pobre dentadura plagada de agujeros.

-No tio chancletas, ahora mismo no llevo, pero otro dia sin falta le traigo un poco.- Le dije mientras me palpaba  los bolsillos haciendo como que buscaba un chivato con algo de hierba. Aunque yo ni fumaba ni lo habia probado nunca, me pareció lógico que el tio chancletas pensara que yo, como la mayoria de los jovenes de mi epoca, le diese al cigarrito de la risa.

-Con lo bien que nos habria venio, sabes que la maria aviva los recuerdos ¿no? Pos sino hay maria me voy a toma un chato de vinejo que anque atonta tambien despierta la mente, ¿Quies uno?

-Bueno, algo para endulzar el paladar y calentar el cuerpo no me vendria mal, quédese que yo voy a buscarlo.

-Ni se locurra yo lo traigo que pa eso es mi invitao.- Se levantó con una agilidad asombrosa a su edad y con paso ligero desapareció por la puerta en direccion a la cocina.

Al poco volvió con dos vasos, un porron de cristal lleno de vino y unas aceitunas. Llenó los vasos y se bebió el suyo de un trago. yo me moje los labios y un pequeño fuego se encendió en mi garganta calentando mi cuerpo.

-Que buena esta la jodía mistela y como esta ya hay pocas.- Se secó la boca con la mano y se mojó los labios con la lengua para volver a saborear  lo que le habia quedado. Entonces rellenó el vaso hasta la mitad y volvió a dirijirse a mí- Estoy listo, ¿seguimos?

-Claro, no pretendera dejarme a medias..,

-No claro que no, - y continuo su relato.

-Paquella época, llegó al pueblo una nueva familia pudiente. Se rumoreaba que tenían muchas tierras por casi tos los pueblos de al lao, Ocaña, Huerta de Valdecarábanos, ande el castillo del que ahora solo quea una torreta, era de la Orden de Calatrava, y Dosbarrios, otro pueblo con castillo, anque éste no era de los mismos, sino de la de Santiago. Estas Ordenes se encargaban de cepillarse a to aquel moro que se atreviese de subir desde ciudad real. Y seguro estoy de que se cargaron a muchos, se lo digo yo.- Echó un trago al vaso de mistela y repitió operacion con el vaso.

- ¿No va a quere más vinejo?- me pregunto.

- No gracias con lo que me queda ya tengo suficiente.

-Pos entonces si no le importa vy a beber directamente del porrón que no macostumbro a los vasos.

-Sí, hombre si, es su casa, usted beba tranquilo.

Más contento, liberado de la obligacion de ser educado y beber en vaso,continuó con la historia.

- Esta familia estaba emparentá con el obispo de toledo y según oí, la mujer que dominaba tó era una bastarda del cura ese. ¡Y,tenia otras 6! Ni mas ni menos 6. Si se me hubiese ocurrío a mí solo hacer uno que no fuese a la Manuela, me habría cortao los machos y el tio tan campante..., que cosas,¿Eh?. Además pa que tuviese un futuro se la encasquetó a uno de esos nobles que habia perdío casi toa la fortuna de sus abuelos por vivir a tó tren y andaba más muerto que vivo. Peo a la chica anque no tenia sangre noble, el cura, la vistió bien de tierras y se la metió dobla al noble que no sabía ni la misa la media de como se las tragaba la tía. Pos no saben na los curas pa esas cosas.

-¡Y las mujeres también!- le respondí, yo.

-Ni que lo diga.- Me respondió entre risas.-P'aquel entonces,p'aquella zona, solo habia una puerta que estaba destiná pa entrar al pueblo, la de Toledo. Y aquella nueva familia que se había hecho la dueña de tó el pueblo tenía que caminar al lao de tó aquel fuera pal pueblo. Cosa que a la bastarda, sobretó, le hacía hervir la sangre, poque ella, anque su marío era el que tenia un apellio, se creía mejor que el pueblo llano. Asín, fue al ayuntamiento pa quejarse al alcalde y como lo tenía bien agarrao por los machos y más untao que la mantequilla en una rebana de pan, pos accedieron a crear otra puerta cercana a la de Toledo pa que pasaran los pobres, campesinos, mendigos, monjes mendicantes, en fin, los trabajaores y dejaran la otra para la gente mas pudiente.

-Cando decidieron hacer la puerta nueva, los encargaos de hacer las obras en el pueblo buscaron un güen sitio pa'cerla y decidieron hacerla una pizca más arriba de andestá ahora, más menos por la calle que iba pa la vieja plaza toros, ¿sabes pa ande cae?

-Si tío chancletas, por alli vamos a ver la pólvora en las fiestas del pueblo.

-Pai, pai es. Pos eso que el alcalde se reunió con ellos y les dijo que ese era el mejor sitio por que no se desviarian mucho del camino principal. Pero la tia guarra de la condesa esa, que era mas fea que un cardo borriquero y mas mala que el diablo, dijo que no, que estaba demasiao cerca y el mal olor que llevaba esa gente no podia tocar su olfato, poque ella se perfumaba to los dias. Ni que meara colonia la moza.
-Entonces llegó y dijo que se iba a encargar ella de encontrar lugar mejor pa hacerla y un dia buscando po la muralla que rodeaba el pueblo, poque sabes que antes había una muralla, se trompezó con Isabel de Burgo. Bien sabio es que las dos mujeres no se llevaban bien. La condesa y ella claro, que por cierto aun no te he dicho como se llamaba la condesa, ¿no?

-Pues no, don Venancio, no me lo ha dicho, se le habrá olvidado.

-Pos la señorita en cuestió po decirla argo,se llamaba Felisa del Aguila y de Cervantes. El primer apellido se le apropió del marío al que habia echao el guante y del segundo pa mi que se lo inventó poque aún el gran Cervantes no había nacío. En el pueblo la llamaban la lechuguina, porque a pesar de tener apenas 14 años cuando se casó con noble escuchimizao ese, aparentaba más de 26 porque iba demasiao emperifollá y pintarrojea.

-Además de bruja se las daba de santa, cristiana y más beata que la mismísima virgen María. Siempre andaba confesando, en misa o rodea de los curas del pueblo a los que invitaba a cenar o comer en su casa. Anque de da a mí, en la nariz..., que les invitaba muchas veces a argo más que a unas simples comilonas, no se si me entiende usté.- Dijo esto último con una sonrisa picarona.

-Pos eso, al creer tener tanto poder y ser tan superior a toa la gente que tenía alrededor nunca había tratao con Isabel, poque lo menos que la consideraba era bruja, prostituta y amante del demonio. Y cuando se enteró de ande era su casa y lo que hacia dentro de ella perdió el culo pa que hicieran la puerta justo donde vivía la pobre vieja. Encima aprovechó pa denunciarla a la Inquisición, que anque tavia no tenia la duerza que llegó a tener con el tiempo,ya empezaba crear su historia.

-Con la ayuda de su tío, el obispo, formaron un juicio falso con el inquisidor, sólo pa robarla la casa y poder hacer la puerta en ese lugar. Pagaron a muchos testigos y trajeron a otros que naide los conocía na más que pa echar mentiras y hacer que la condenaran. Unos dijeron que se había casao con el demonio, otros que hacía magia negra y que su sombra se separaba de ella y obligaba a parir a las mujeres que estaban preñás y muchos que hacía pócimas con las que controlaba a tó aquel que se las bebía. Entonces el cura que hacía de juez, poque los inquisidores también eran curas, la condenó a la hoguera después de hacerla mucho sufrir. La hicieron de toas las perrerias que te pueas imaginar, ¡hasta la subieron a un potro de tortura y la metieron de tó por tos laos! Se puen ser más cabrones, no se como se podían llamar curas esa gente... Y pa terminar la robaron toas sus posesiones que se las queó la iglesia y hundieron la casa donde vivía y allí se construyó la nueva puerta.

-Como sue pasar en este mundo tan perro, los ricos siempre ganan, peo el pueblo poco a poco se cobró su revancha. Al principio casi naide, cuando pasaba por debajo, la llamaba la puerta que hizo la lechuguina, peo unos cuantos,a los que mas le reconcomía la sangre con lo que le pasó a la pobre viejecita cada vez que pasaban por ella al pueblo rezaban, la puerta de la puta lechuguina. Primero lo hacían casi sin que se les oyera naide por miedo a que se les cargaran. Peo con el tiempo, día a día, mes a mes, año a año se fue corriendo la voz hasta que queo con el nombre de la puerta la lechuguina. Y poeso la puerta de llama así.- Terminó la historia y a la vez echó el último trago que le quedaba de mistela en el porrón, y se recostó en el sillón algo cansado.

-Como siempre me ha sorprendido "tío Chancletas". Seguro que tiene muchas más historias guardadas en la manga, ¿eh?.

Me sonrió con aire de suficiencia y con mucha humildad me contestó.- Bah, alguna que otra hay, peo las dejaremos pa otro día, que hoy ya he hablao demasiao y seguro que a usté se le esta haciendo tarde.

- Lleva razón es un poco tarde, va siendo hora de irse.- Le dije mientras miraba el reloj.-Vale, entonces otro día me paso de nuevo por su casa y le traigo un buen queso para que acompañe el vino, ¿le parece bien?.- Le comenté mientras me levantaba y recogía mi cuaderno donde había anotado toda la historia.

-Sí, peo también unos cigarrillos de los que usté y yo sabemos... - Dejó la frase en el aire colgada y me volvió a enseñar su rota dentadura y en un instante se sumió en sus pensamientos.

Terminé de recoger todas mis cosas y como ladrón que escapa de una casa, me marché.

4 comentarios:

  1. muy entretenida la historia, enhorabuena!

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  2. Relatito guapo, Luislo, muy guapo. Cada relato hilando más fino... Hold the line!

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  3. Joer poco a poco voy aprendiendo, me cuesta pero lo consigo,jeje

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